miércoles, 21 de noviembre de 2012

'Jot Down' y... ¡ay! otra "pequeña guía financiera"

Portada del núm.2 de Jot Down dedicado a las series de TV
Descubrí esta revista-magazine de reciente edición también en formato papel (para los fans pronunciar 'jodaun') fisgando en la superviviente librería Cámara de Bilbao de la C/ Euskalduna, pero luego ya la he visto en muchas más librerías, y recomiendo encarecidamente su núm.2, dedicado a las series televisivas (con especial dedicación a las de HBO): Fácilmente reconocible por su magnífica portada con Frasier el psiquiatra y su hermano Niles brindando con café. Todo un lujo de colaboraciones y artículos...
Y estrenándome con la lectura de su edición en la red de un artículo de Enric González titulado "Pequeña guía financiera" -es verdad que bastante ameno- me permití realizar el siguiente comentario al mismo como respuesta, tratando de poner coto a mi manera a lo que yo denominaría, "peligrosas simplificaciones que ocultan el objetivo inconfesable de generar una servil resignación" ;)  
Gracieta, ‘boutade’, artículo ameno,… ¿o cinismo?: Cómo se puede decir: “¡Váyase a Nueva Zelanda con sus 100.000 €!” de la misma forma que nuestros millonarios ya lo hacen con sus no cien mil, sino doscientos mil o un millón a sus paraísos fiscales sin invertir un duro en España. Para semejante recomendación, ni explicación pedagógica ni nada: más parecería la respuesta fácil en consultorio (‘financiero’) a quién preguntase: ¿qué me aconseja para mis ahorros? En vez de por ejemplo como le responde bien un tal Julio J., “pues contratando (y dándole así empleo) a un arquitecto, podrías sacarle una rentabilidad de 6,5% a esos cien mil € reformando un apartamento”, o como Mararbes propone pagar deuda contraída de huevos con natillas o… (emprendedores y gente formada tiene España se lo aseguro). ¿Por qué está de moda ser simplificador en las explicaciones económicas -como bien previenen Víctor o Raúl M en sus comentarios-, con comparaciones del tipo: “las cuentas del Estado son como las de una familia”, o “si se gasta más que se ingresa pues pasa lo que pasa”, y cosas por el estilo?: Pues para vender la moto del “No-Hay-Más-Remedio-Que” -como viene a señalar a su manera otro comentario, esta vez de un tal Kozkilla-. Y así ocultar tras una espesa cortina de argumentos deslumbrantes por aparentemente prístinos que en realidad “la confianza de los mercados” (que haga bajar/subir la prima de riesgo, etc.) es una variable procedente de una decisión política por ejemplo de los estados acreedores tipo Alemania o de inversores financieros poderosos con ayuda de las agencias de (des)calificación). También ocultar que los ingredientes financieros de las cuentas de un Reino o República presumen de suyo ciclos de déficit y superávit, de deudas grandes o pequeñas, de crecimiento y recesión, que estaría en manos de los representantes legítimos de la ciudadanía contrarrestar ['contracíclicamente' como diría el premio Nobel de Economía  Paul Krugman (ver artículo  "Un nuevo estímulo económico" ) o la propia Dilma Rousseff  ( que ha arremetido contra la austeridad pidiendo el crecimiento en Europa ), como se ha podido hacer siempre para superar cuantas crisis han sufrido los Estados en democracia: Sin llegar al abismo de ceder todo a las "fuerzas ciegas de la economía” (sic), en realidad a las de intereses de autoridades ilegítimas por externas al propio sistema de representación de que nos dotamos los ciudadanos. Sin despojar al poder político de todo lugar en este entierro, al objeto inconfesable de condenar a la indignidad -como pretenden los actuales vientos que agitan el sempiterno librillo liberal -cual Libro Rojo de Mao de nuestros días excepto por el momento en la Francia de Hollande-, a la gran masa de población que no tenga cien mil € para ”huir” a Nueva Zelanda.
La presidenta de Brasil, Dilma Roussef,  con
 el rey Juan Carlos durante la Cumbre en Cádiz en nov.2012 (Pool/AFP, J.J. Guillén)