jueves, 6 de mayo de 2010

Rosa Pereda sobre el "caso" del pañuelo de la alumna Najwaa

La escritora Rosa Pereda

Leí como de pasada una frase de la escritora Rosa Pereda que decía:

No creo que se pueda someter a ley general el tema del velo: hace siglos que no hay leyes suntuarias y que no se regla el tema de la ropa: sólo hay esa cosa amplia y cambiante del decoro y la etiqueta, y no creo que nadie se atreva a decir que el pañuelo es indecoroso. El que no se regule es, exactamente, la modernidad.


Ello me movió a leer todo su artículo publicado el 28 de abril en El País. Su hilo argumental se me mostraba más y más prudente y diáfano a medida que lo recorría. Es difícil pues hacer un resumen del mismo, siendo solo capaz de citar, con comentarios, algunos de sus jalones tomados casi literalmente:

Nunca en nuestra cultura se prohibió a las mujeres cubrir el cabello. Incluso el protocolo lo permitía a las mujeres y no a los hombres. Precisamente prescindir de velo o pañuelo fuera de casa se consideró moderno [en muchos lugares y para ir a Misa era obligatorio]

En su lucha por la igualdad, muchas mujeres en los países árabes se quitaron el pañuelo. La generación musulmana de nuestras hijas ha recuperado el pañuelo. Le han cambiado el significado: ahora tiene un valor reivindicativo e identitario

Esta realidad es incómoda, sobre todo cuando
[...] ese valor nuevo coincide en el tiempo con el crecimiento y el empoderamiento político de las corrientes religiosas más retrógradas del islam. Y no sólo del islam, de todas las llamadas religiones del Libro, incluida la Iglesia Católica

Por eso prohibirlo ahora tiene una intención: Impedir ese rasgo identitario o de pertenencia religiosa al islam, lo que es anticonstitucional. Y además una contradicción: ¿Con qué legitimidad podríamos reinvidicar para nuestras hijas que les fuera respetada su indumentaria occidental si tuvieran que acudir a un centro árabe de estar destinados por nuestro trabajo a uno de esos países?

Najwaa (a la derecha) acude el último día al Instituto C.J.Cela


Ningún centro escolar o laboral puede dictar normas que contravengan derechos individuales y universales. La profesión de una fe religiosa es un derecho humano.
Al centro le tocaría investigar, a favor de la alumna, si se la violenta u obliga a llevarlo [el pañuelo], tratando el caso prudentemente –al igual que los de abuso, maltrato, etc - con el concurso de las instancias asistenciales, policiales o judiciales si fuese finalmente necesario.

Toda persona tiene derecho a no practicar ninguna creencia religiosa, y un centro de titularidad pública debe respetar esto al igual que todas las creencias.

Por ello toda institución pública debe ser aconfesional, y el debate sobre prohibir los distintivos religiosos [que porten las personas encima suyo, en el supuesto de que llevar velo lo sea para la que lo lleva] no puede ponerse en relación con las señales religiosas, tales como los crucifijos, medias lunas o estrellas de David en aulas, juzgados u hospitales.


La intervención ahora de la jerarquía católica de España “a favor del velo”, tiene esa intencionalidad oportunista de relacionar ambos asuntos, por más que sus centros religiosos excluyan de hecho otra fe en razón del ideario del centro.

Finalmente Rosa Pereda apunta que en ese Instituto se ha violentado innecesariamente una situación que no producía ni alarma ni discriminación. Nadie discute si para unas actividades ya sea por seguridad u otra consideración deportiva, etc, debe ser necesario ocasionalemte exigir cambios en la indumentaria. Pero eso solo se dirime en el razonable escenario de las relaciones cotidianas: Tan pelma identitario lo es quien por ideas nacionalistas, o religiosas, o simplemente ideológicas "te da la vara" todo el día con su tema, como útil dejar que sea el curso natural de la evolución mental de los adolescentes -más fácil en un contexto de tolerancia- y el devenir interactivo de la amistad los que corrijan los excesos de “principismo” o errática rebeldía que tan fácilmente anidan a esas edades.

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