Hablar de esta película de los hermanos Coen
en "A propósito de Llewyn Davis"
es hablar de un personaje que no existió pero que puede ser réplica de otro músico
Dave Van Ronk que fuera compañero y después productor de grandes artistas, y como tal “toda una institución para las generaciones de
músicos” de los años sesenta que pasaron por el célebre barrio Greenwich Village de Nueva York, Bob Dylan y Joni Mitchell entre otros,
metáfora del perdedor que deja
finalmente paso a otros folk singers
que como los citados despuntarían ya definitivamente, encontrando al fin su
momento, el que se le hurta aún al ‘loser’
protagonista de la historia.
Desde hace algún tiempo en los
programas de Carles Francino (ahora en La Ventana de la SER de las tardes del viernes),
ese mayestático “Todo Boyero” como
se titula la sección, ya se nos propone de entrada circunscribirnos a su
Persona –así con mayúscula-, más que a la crítica buena o mala que pueda
elaborar de las películas que presumiblemente son el objeto de la admiración de
sus fan. Estos en sus llamadas telefónicas parecerían dispuestos a reforzar su
ego con preguntas tales como “quisiera saber qué le parece a C.B. esa película que
a mí me gustó tanto” como buscando un ‘placet’ suplementario al gusto o
disfrute que pudo tener con la misma, no fuera que se le hubiera escapado algo
que al iluminado y genuino C.B. no, gracias a sus especiales cualidades de genuinidad.
Pero es el caso que, o bien los
achaques de la edad (por utilizar una expresión a la que recurre mucho él
mismo), o bien el agotamiento de un retórico abuso de mucha legítima dosis de
provocación (papel que desempeñó durante largos años en el diario “El Mundo”,
al alimón con la supuesta heterodoxia, en realidad refugio variopinto de muchos anarco-derechistas de todo
pelaje, asfixiante medio del que en justo reconocimiento debió tener que huir como el humorista Forges), hacen que como vino a insinuar el escritor
Javier Marías sin citarlo expresamente en su sección semanal del EP, sus “críticas” versen
básicamente en si le “removió las entrañas”, le “arrancó alguna emoción”, si
le “importaba algo lo que le contaban”,
si tal como lo hacían “lo dejaban indiferente”, si… Si se le añade
además ese popular aderezo sobre la independencia ni casamiento con nadie,
particularmente con el cine español o
supuestamente intocables “vacas sagradas” del mismo, se tiene ya entonces a
medio auditorio ganado.
El subjetivismo como brújula suprema de referencia, como categoría de
idoneidad del comentario crítico esbozado, de la auténtica verdad a tener en
consideración. Todo lo demás serían pedantes esfuerzos de objetivación propias
de aspirantes a ensayista fieles a modas valorativas o peor aún, a simples y
vacuos recursos a terminologías en alza en cada época: De ahí sus persistentes
campañas contra molinos imaginados, como el de la “visión progresista”, “el
cine iraní”, la banalidad del uso de “buenismo”, “epifanía”, y otros signos
(cielo santo) de la decadencia del acto “responsable” del ejercicio de
comentar, que no debe contar más que con decir “de verdad”, lo que
verdaderamente “se siente”: ¿Tan largo recorrido en la historia del pensar,
para llegar a esa barata tautología de negar al lector la información que
realmente tiene este hurtado conocer si no es duplicándole su esfuerzo, cual es que le
hablen de los objetivos del director en esta película, los antecedentes, el mecanismo
de su puesta en escena y guión, o la resolución estructural de una historia,
todo ello claro está sin reventárnosla pero no reduciéndose a si al crítico le
emocionó o no?
Porque claro, le emocionan a C.B.
“absolutamente” películas como la larguísima, lloricona y previsible "La vida de Adèle", y otras que no recuerdo ahora, que desde dicha subjetividad radical le
“puedan haber llegado muy hondo”, pero a la vista de esta y otras
super-emociones y desencantos experimentados, uno llega a la conclusión de que
más vale ir a verlas, eso sí dejando a un lado dichas radicales exaltaciones o
diatribas, tanto da, no sea que las decepciones o sorpresas sean mayúsculas. Si
se quiere disfrutar con ese contraste de pareceres subjetivos, adelante, pero
que luego no nos resintamos del vaciado impune de nuestros bolsillos... Buscar
la información que se reclama del crítico presumiblemente especializado que
trabaje duro con su labor, no es ponerse a la cola a que alguien nos diga qué
le pareció, desde la privilegiada atalaya con que ahora cuenta en EP dentro de la
rigurosa jerarquía de críticos, hasta el punto de ser quien una y otra vez, ya
sea en Cannes, ya en Venecia, pueda ser el enviado especial destinado a
quejarse de lo que se aburre soberanamente ahora en ellos, y a ejercer de
cascarrabias sobre el cine de ayer y de ahora, salvo ¡ay menos mal! “honrosas
excepciones”.
Y volviendo a ‘Inside Llewyn Davis’ no podré
ejercer de crítico pues del cine solo soy un espectador, pero al desafuero de
calificar C.B. a esta película de solo con “destellos”, alguna atmósfera
”inquietante”, un personaje por el que no puede tener “interés” (sic) por
caerle “antipático” y del que no le importa pues nada, debo contraponer que con
medido misticismo y humilde factura, los hermanos Coen retratan sí una
atmósfera, no solo sus destellos, pero también un personaje que resulta creíble
y como razonablemente real, sin grandes alharacas y efectos especiales
musicales, es cierto, pero que entretiene e incluso hace sonreír, como con la
anécdota del gato. Que no se “emocione” nuestro crítico estrella, no debiera
esta vez sí –y todas las demás veces tampoco- importarnos un bledo: No se trata
al acudir a la crítica con que nos topemos casi siempre con el mínimo esfuerzo
de “análisis” cual es reunir las palabras adecuadas con que resumir la fibra
sensible que le haya afectado en lugar de la más o menos elaborada reseña cinematográfica que en
justo derecho es lo que buscamos los que indagamos en la sección experta de cine:
Presumiblemente debiera hablar ésta de las películas, no de esa interacción
subjetiva con las mismas por muy Gran Líder de la Crítica Independiente ni por
más que "sin pelos en la lengua" (me recuerda a los reality shows...) pase a regalar los
oídos de la audiencia también en este frente con esa cosa tan “rompedora” como
es desfacer gustos y supuestos mitos
con solo expresar los suyos
propios: Un seguimiento así no sería más que papanatismo.
Carles Francino en "Todo Boyero" |
Una curiosidad: El actor protagonista Oscar Isaac, hace de Orestes en la película de Alejandro Amenábar "Ágora", aplicado alumno de Hipatia -de la que se enamora-, y que llegará a ser Prefecto romano en Alejandría...
ResponderEliminarOscar Isaac también trabaja en Drive, verdad? Si esto es así, ya habría coincidido con Carey Mulligan :) Aún no he visto la película, pero espero empezar a ver toda esta lista de films nominados!
ResponderEliminarDrive de Winding Refn, con Ryan Gosling (no confundir con Drivers de Walter Hill, con Ryan O'Neal, en la que por cierto se inspira). La verdad, es que la tal Carey Mulligan me pasaba desapercibida, pero tras el anterior comentario de Pats, ahora me la encuentro en unas tres o cuatro películas que me han gustado...(no solo en esta Drive: ¡hasta en Shame!) Es de esas británicas con algún Bafta a lo que parece...pero es tan camaleónica que no la distinguía...
ResponderEliminarElogios desmesurados (como a la larguísima El lobo de Wall Street de Martin Scorsese, quizás por ese impacto confeso que le ha producido tanto exhibicionismo con el consumo de droga y sexo pagado), o descalificaciones abruptas (como a Blue Jasmine de Woody Allen, despachada con un "¡qué me importa lo que le pase a la pija protagonista!" -sic): Si se habla de la preeminencia del subjetivismo en la crítica en esta Entrada del blog, estos dos juicios escuchados en boca de Carlos Boyero por la radio en el programa citado de los viernes en la SER, pueden ser expresivos ejemplos...
ResponderEliminarCierto, Fernando FS! Carey Mulligan trabaja también en Shame... Y haciendo memoria, ha hecho de Daisy Buchanan en el nuevo Gatsby (me quedo con Mia Farrow, por cierto). Siguiento esta ristra de comentarios, aprovecho para añadir que, en mi opinión, la 'pija' de Blue Jasmine muestra matices y giros que resultan interesantes... Precisamente son esas otras capas detrás de su 'pijismo' absurdo, su inestabilidad, su Birkin y sus pastillas las que me despertaron el interés. Y que viva el cine!!
ResponderEliminarEntusiasta y profundo análisis sobre esta película http://www.blogelp.com/index.php/a-proposito-de-llewyn-davis
ResponderEliminar