lunes, 11 de octubre de 2010

Manuel Chaves Nogales, Irène Némirovsky e Ian McEwan.

Manuel Chaves Nogales

La lectura de "La agonía de Francia" de Manuel Chaves Nogales, ensayo editado por “Libros del Asteroide” ¡60 años! más tarde tras la única y primera edición en versión original española de The Fall of France por Claudio García & Cía, Montevideo en 1941, poco antes de su muerte en el exilio en Londres; la lectura de "Suite Francesa" de la escritora rusa Irène Nemirovsky, de origen judío y huída de la revolución soviética, arrestada por la gendarmería francesa e internada en el campo de Pithiviers para ser pronto deportada a Auschwitz, donde murió en agosto de 1942; y finalmente la 2ª parte del libro “Expiación” de Ian Mc Ewan leído hace algún tiempo (ver entrada de este blog en enero de 2008), en donde se relata el desordenado regreso a Inglaterra de los soldados ingleses “llamados” por Francia para “defenderse” de la amenaza alemana, me han sugerido una reflexión que me atormenta:

Qué oscuras circunstancias explican ese silencio, casi “omerta” (impuesta a lo mejor por los muñidores de un relato histórico “oficial” menos vergonzante, ayudados del otro lado por el estalinismo) relativa al periodo menos publicitado (y no sé si estudiado) periodo de la Francia de finales de los años treinta y principios de los cuarenta en lo que se refiere al papel de sus gobernantes, sus intelectuales y de una gran masa de su población en el derrotismo general frente al avance de las ideas totalitarias que amenazaron (y destruyeron temporalmente) los valores de la democracia en el interior de su propio país: Representados en el imaginario del mundo civilizado por la Francia que abrió con su Revolución la era de los derechos del ciudadano y el prestigio del pensamiento, hizo añicos en esa etapa de entre guerras todos esos referentes con su claudicación sin contemplaciones a las presiones antisemíticas que procedían de su país vecino en pleno auge del nazismo, haciéndolas suyas desde el gobierno de Vichy y en incontables decisiones de delación y vergonzoso absentismo en los niveles inferiores de la administración y del propio vecindario en el caso de las deportaciones, primero selectivas y luego masivas, de conciudadanos franceses hacia los campos de concentración alemanes.

En el primer libro de los citados, se analiza a tiempo real el discurrir autodestructivo de esos pilares por parte de M. Ch. Nogales con una inteligente mirada periodística pero a la vez tan profunda que hubiera sido (pero que sin duda será) merecedora de ocupar un lugar de honor entre la bibliografía que se ocuparía después de la construcción del relato histórico de esa hecatombe moral, que invadió en vertical a todos los estamentos de la sociedad francesa, arrasando sus tradiciones y mucha intocable convicción moral.

Irène Némirovsky

El libro de Némirovsky ventila con irrefutable perspicacia y trazos sumamente certeros esa degradación moral en su entorno, que llevó a gran parte de su pueblo, su gran burguesía sí, pero también a muchos de sus pequeños burgueses de la ciudad y del campo, de sus obreros escarmentados por movilizaciones pasadas sin objetivo orquestadas por sus generales de carrera…a querer salvar mezquinamente sus muebles a costa de la renuncia a toda autodefensa por “evitar el choque”, sin que ello fuera naturalmente posible pasados los años de la propia guerra.
Esto entronca con el tercer libro comentado de Ian McEwan: La hostilidad mostrada por la población francesa de provincias a la presencia de jóvenes soldados ingleses (y ¡uniformadas inglesas! de los servicios de socorro sanitario) atribuyéndoles ser imán de los objetivos de bombardeo alemán de sus zonas de paso, cierra como un gran corolario a mis ojos una estampa global nunca lo suficientemente dilucidada, hasta el punto de haberse mantenido para mí desconocida hasta hace bien poco (filmes como "Au revoir les enfants" de Louis Malle solo tenían el efecto de inquietantes destellos), y por ello mismo, con gran ansiedad de esclarecimiento.