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Cartel de la película Hannah Arendt |
«Donde
todos son culpables, no lo es nadie [...] Siempre he considerado como la
quintaesencia de la confusión moral que en la Alemania de la posguerra aquellos
que estaban completamente libres de culpa comentaran entre ellos y aseguraran
al mundo cuán culpables se sentían, cuando, en cambio, sólo unos pocos de los
criminales estaban dispuestos a mostrar siquiera el menor rastro de
arrepentimiento.»
De H.A. Responsabilidad personal en la dictadura
1964
La película de Margaret Von Trotta sobre H.A. (definida a sí misma como pensadora de la Teoría Política más que filósofa), pone de nuevo en boga ese espinoso asunto de la responsabilidad moral del individuo.
Leemos en Wikipedia
que Hannah Arendt consideró que el proceso contra Eichmann que cubrió como corresponsal en Jerusalén, se habría
realizado correctamente y que vio jurídicamente irrelevante la defensa que
quiso disculpar su responsabilidad en tanto que “ruedecilla en el enorme
engranaje del aparato burocrático”.
«Durante el nacionalsocialismo, todos los niveles de la sociedad oficial
estuvieron implicados en los crímenes.», v.gr. las medidas antisemitas que
antecedieron a los crímenes en masa y que fueron consentidas en todos y cada
uno de los casos «hasta que se llegó a un punto en el que ya no podía pasar
nada peor.». Los hechos no fueron realizados por «gánsteres, monstruos o
sádicos furibundos, sino por los miembros más respetables de la honorable
sociedad.». Por eso señala a los que colaboraron y siguieron órdenes proponiendo
preguntarles no «¿por qué obedeciste?», sino «¿por qué colaboraste?».
A esto le puso un nombre con una expresión que traería
cola: “La banalidad del mal”. Y trajo cola porque una trivialización de su
razonamiento condujo a ser acusada de relativizar la monstruosidad de los
criminales concretos y más sobresalientes, en aras de repartir ésta entre muchos
más colaboradores, incluidos ¡ay! algunos rabinos, asociaciones o autoridades
judías, intentando furibundamente éstas poner sordina sobre cualquier sombra
que nublase su comportamiento de ocasional colaboración si no de silencio en
que un engranaje perverso tal pudiera abrirse camino sin aparente dificultad en
la Alemania de entreguerras.
Esa tensión aún prevalece, siendo incluso H.A. tachada
de antijudía por algún que otro poderoso lobby judío (de NY sobre todo) hasta
extremos de calumnia o aplicándosele la medicina autoritaria de mal recuerdo
cual fue la censura (si no la quema directa) de su producción en el país a que
dio origen la exitosa propuesta sionista de creación del estado de Israel con
la que ella misma simpatizó.
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Burmeslstein durante la entrevista de Jot Down |
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Portada del comic Maus de Spiegelman |
Innecesario
entrar en los pormenores de la polémica para ponerse al menos del lado de una
honesta propuesta de apoyo al ejercicio de pensar, eje de una de sus más
famosas exposiciones magistrales en sede universitaria que es recreada por la
película. Sus libros “El querer” y “El pensar”, se sumergen en esa sima donde
se llega uno a interrogar cuánto tiene que ver «el pensamiento como tal –la
costumbre de investigar todo lo que ocurre o llama la atención sin tener en
cuenta los resultados y su contenido especial– en crear las condiciones que
impiden o que por el contrario predisponen a los seres humanos a hacer el mal».
[de mi contribución aparecida en el Boletín 12 de la ELP para el Foro "El Malestar en la democracia -Efectos políticos y subjetivos" del 28 de septiembre de 2013 en Madrid]
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