sábado, 24 de mayo de 2014

España de Cañete y pandereta...y la cruzada contra el "bipartidismo"



Cañete "batiendo el cobre"...

...y probando pintxos sin caducar
Primero fue que el “tapado” Cañete no era anunciado como candidato hasta ya muy cerca del periodo electoral. Con patético supuesto misterio, Alfonso Alonso portavoz del PP en el Congreso, “tenía el honor” con risita sardónica de adelantar en sede parlamentaria la “primicia” de su candidatura, y en sesión informativa tras Consejo de Ministros, acompañaba a la vicepresidenta-para-todo, Sáenz de Santamaría, para anunciar ambos también entre risas esa misma buena nueva: Vamos, Parlamento y Gobierno, instituciones supuestamente por encima de siglas y pertenecientes a todos los ciudadanos, manejadas cual cortijo propio, cual carril bus exclusivo de E. Aguirre o cual la misma sede de Génova  por señoritos autosuficientes, capaces de violar toda la reglamentación que prohíbe la campaña fuera de periodo electoral, amén del uso de recursos institucionales.
Cañete admirado por la mujeres: Cospedal, Sáenz de Santamaría, Ana Mato...
Nuestro gran hombre de negocios con el tan productivo (y jugoso) servicio de  'bunkering' , o lo que es lo mismo, de desleal competencia (por incompatible licencia de tal negocio suyo para la Administración con su cargo de Ministro al servicio de ésta) con ese mismo servicio -este sí antipatriótico- prestado por el gobierno del Peñón, que en sus manos es poco menos que "piratería y un castigo intolerable al medio ambiente", estaba dispuesto nada menos que a dilapidar su gran capacidad de “batir el cobre”, “dejarse la vida”, y alguna hazaña más por España y los intereses del campo patrio “trayéndose millones de Bruselas” (esos que la UE ha repartido a anteriores gobiernos y a éste, en razón de la PAC, sin que hubiera que enviar a los Tercios de Flandes pero que ahora para las medallas es oportuno invocarnos con manejo de cifras siempre cocinables), renunciando a ello desde el Ministerio de Agricultura, que al parecer solo maneja intereses no superiores al 5% del PIB (y ¡ay! del Medio Ambiente de su Ley de Costas de amnistía del desaguisado urbanístico), para hacerlo en el futuro desde una presumida comisaría del Consejo Europeo.
Estaba yo dispuesto pues con una entrada en este blog a desahogar todo mi hartazgo con esa realidad de discurso de pandereta que se nos avecinaba antes de que tal periodo electoral se abriese, aunque solo fuese para gritar: “¡ese tipo de gente no nos representa a España!”, “¡no quiero que me identifiquen con algo así ni aquí ni fuera de mi país!”, para proclamar yo que esa huera campechanía que se le atribuía no es sino la típica bravuconería de tertuliano de bar, que por hablar más fuerte y socarronamente tirando de manual refranero, acalla cualquier tímido intento conversador para, en fin, contradecirlo desde la modesta tribuna pública que proporcionan las redes sociales por Internet, cuando…he aquí que Cañete soltó otra socarronería más de su contenido archivo machista al uso: la de la superioridad intelectual respecto a las mujeres.
Todo lo demás es ya muy conocido. Su tardanza en pedir perdón (cinco días esperando a “disponer de un medio suficientemente masivo –la Cope- para expresarlo”) y esa soberbia de confiar en que se “deshinchase” por sí sola esa “manipulación de los progresistas”. Este gobierno lleva más de dos años asistiendo con su rodillo de mayoría absoluta al deshinchamiento de todas las indignaciones sucesivas con sus recortes y “reformas” de la legislación, destruyendo derechos adquiridos, y ésta no sería más que una anécdota dentro del montón que se apaciguaría por sí sola
Para cuando alguien lea esto, las elecciones europeas ya se han celebrado. Lo más seguro es que el resultado sea tan repartido “como se esperaba”, “no tan malo para unos o incluso mejores para otros de lo previsto”, o “quedará demostrado” esto o aquello (entre otras cosas, que no ha afectado tanto esa polémica sobre el machismo como 'pretendían' esos ‘progresistas’ de “la Valenciano”), y en fin que los “partidos pequeños” “tenían razón” al decir que PP y PSOE “son lo mismo”

La Santa Cruzada de los "pequeños" contra el “bipartidismo” y …

Díez:  "Son lo mismo"
Valenciano y Rubalcaba
Sobre esto último, si los viejos fundadores de lo que ahora se menosprecia con el uso peyorativo del término socialdemocracia levantaran la cabeza, oyendo hablar una y otra vez y sin rubor así, como campeones de una cruzada contra el maléfico “bipartidismo”, a estos aspirantes a saldar cuentas personales con sus antiguos dirigentes en el caso de Rosa Díez o a competidores históricamente desde el estalinismo con la corriente socialista al modo ortodoxo que lo hace Cayo Lara,  tendrían entonces que preguntarles cómo diantres los cimientos del estado del bienestar amenazados ahora no encuentran más oposición realista contra su demolición que invocando precisamente esos mismos principios y orígenes de las organizaciones socialdemócratas…¿O es que habrá que felicitarse de la ruptura al fin del demonizado bipartidismo para que así fuerzas como el UKIP, el FN francés, los seguidores de Willer en Holanda,… tengan su "justa" representación como canalizadores del descontento...? La letanía del “son lo mismo”, tan cara por otra parte a los que por corrección política y estupenda “equidistancia”, o peor, por el triste imperio en la actualidad del pensamiento light con que evitarnos la incomodidad de una posible etiqueta con la que se nos amenaza al menor balbuceo de afinidades que uno libremente exprese, tiene una música idéntica en versión especular a la de la rezada (nunca mejor dicho procedente de los devotos de Frascuelo y de María al modo de la poesía de Machado) por la derecha carpetovetónica y de sacristía de toda la vida, al igualar en su discurso a la izquierda con cualquier versión malencarada o violenta que surja de sectores incontrolados de la sociedad civil. Es una irresponsabilidad que atenta contra la sana competencia política recurrir al socorrido relato de la “mismidad” de los otros por obtener un pírrico rédito de votos adicionales, al precio de expandir el escepticismo o el desconocimiento de las reales diferencias, a no ser que sin confesarlo se predique que la ignorancia sea útil a sus fines.
Martin Schulz candidato socialista a presidir la Comisión Europea
Los resultados de estas elecciones, en los porcentajes que finalmente hayan tenido lugar
permitiendo apenas un cambio de tercio de mayoría, hasta ahora en las manos coservadoras  protagonistas de la fracasada política de austeridad de la “troika”, y que confirmando previsiones suponen una entrada en liza de esas otras “alternativas” populistas con las consecuencias de atomización correspondientes, nos hablan de que dejando al Parlamento Europeo con un espectro del resultado en escaños en precario en lo que se refiere a poder defender lo que la socialdemocracia pueda representar aún en Europa, y que sigo entendiendo que es un activo a defender con denuedo conforme al espíritu y la letra de pensadores y sociólogos como Tony Judt, se hace difícil que puedan ser favorecidos precisamente los principios y objetivos que esos antecesores de la actual socialdemocracia pudieron dejar como herencia en forma de derechos propios del llamado 'estado del bienestar', en las antípodas de todo lo que representa el discurso de charanga y pandereta de nuestra derecha más tradicional.

domingo, 12 de enero de 2014

'Inside Llewyn Davis' y “Todo Boyero”



Hablar de esta película de los hermanos Coen   en  "A propósito de Llewyn Davis" es hablar de un personaje que no existió pero que puede ser réplica de otro músico Dave Van Ronk que fuera compañero y después productor de grandes artistas,  y como tal “toda  una institución para las generaciones de músicos” de los años sesenta que pasaron por el célebre barrio Greenwich Village de Nueva York, Bob Dylan y Joni Mitchell entre otros, metáfora del  perdedor que deja finalmente paso a otros folk singers que como los citados despuntarían ya definitivamente, encontrando al fin su momento, el que se le hurta aún al ‘loser’ protagonista de la historia.

Pero también es hablar ¡ay! del modo en que la crítica “divina” trata toda obra de directores consagrados que bajan al ruedo de las “películas sencillas” o con pretensiones menos espectaculares. Esto viene a cuento de la crítica que sobre esta película escuché de Carlos Boyero en El País TV,  ese autoerigido demiurgo, pese a sus engoladas protestas en contrario relativas a su “soy una persona normal” o “genuina” (sic), expresiones soberbias donde las haya, la primera por replicar con mohín de falsa modestia contra la presupuesta exaltación que se le deba o esté acostumbrado a escuchar, la segunda por retirar de golpe toda discrepancia por “fatua” o no consistente por “inauténtica”.

Desde hace algún tiempo en los programas de  Carles Francino (ahora en La Ventana de la SER de las tardes del viernes), ese mayestático “Todo Boyero” como se titula la sección, ya se nos propone de entrada circunscribirnos a su Persona –así con mayúscula-, más que a la crítica buena o mala que pueda elaborar de las películas que presumiblemente son el objeto de la admiración de sus fan. Estos en sus llamadas telefónicas parecerían dispuestos a reforzar su ego con preguntas tales como “quisiera saber qué le parece a C.B. esa película que a mí me gustó tanto” como buscando un ‘placet’ suplementario al gusto o disfrute que pudo tener con la misma, no fuera que se le hubiera escapado algo que al iluminado y genuino C.B. no, gracias a sus especiales cualidades de genuinidad.

Pero es el caso que, o bien los achaques de la edad (por utilizar una expresión a la que recurre mucho él mismo), o bien el agotamiento de un retórico abuso de mucha legítima dosis de provocación (papel que desempeñó durante largos años en el diario “El Mundo”, al alimón con la supuesta heterodoxia, en realidad refugio  variopinto de muchos anarco-derechistas de todo pelaje, asfixiante medio del que en justo reconocimiento debió tener que huir como el humorista Forges), hacen que como vino a insinuar el escritor  Javier Marías sin citarlo expresamente en su sección semanal del EP, sus “críticas” versen básicamente en si le “removió las entrañas”, le “arrancó alguna emoción”, si le “importaba algo lo que le contaban”,  si tal como lo hacían “lo dejaban indiferente”, si… Si se le añade además ese popular aderezo sobre la independencia ni casamiento con nadie, particularmente con el cine español o supuestamente intocables “vacas sagradas” del mismo, se tiene ya entonces a medio auditorio ganado.

El subjetivismo como brújula suprema de referencia, como categoría de idoneidad del comentario crítico esbozado, de la auténtica verdad a tener en consideración. Todo lo demás serían pedantes esfuerzos de objetivación propias de aspirantes a ensayista fieles a modas valorativas o peor aún, a simples y vacuos recursos a terminologías en alza en cada época: De ahí sus persistentes campañas contra molinos imaginados, como el de la “visión progresista”, “el cine iraní”, la banalidad del uso de “buenismo”, “epifanía”, y otros signos (cielo santo) de la decadencia del acto “responsable” del ejercicio de comentar, que no debe contar más que con decir “de verdad”, lo que verdaderamente “se siente”: ¿Tan largo recorrido en la historia del pensar, para llegar a esa barata tautología de negar al lector la información que realmente tiene este hurtado conocer si no es duplicándole su esfuerzo, cual es que le hablen de los objetivos del director en esta película, los antecedentes, el mecanismo de su puesta en escena y guión, o la resolución estructural de una historia, todo ello claro está sin reventárnosla pero no reduciéndose a si al crítico le emocionó o no?

Porque claro, le emocionan a C.B. “absolutamente” películas como la larguísima, lloricona y previsible "La vida de Adèle", y otras que no recuerdo ahora, que desde dicha subjetividad radical le “puedan haber llegado muy hondo”, pero a la vista de esta y otras super-emociones y desencantos experimentados, uno llega a la conclusión de que más vale ir a verlas, eso sí dejando a un lado dichas radicales exaltaciones o diatribas, tanto da, no sea que las decepciones o sorpresas sean mayúsculas. Si se quiere disfrutar con ese contraste de pareceres subjetivos, adelante, pero que luego no nos resintamos del vaciado impune de nuestros bolsillos... Buscar la información que se reclama del crítico presumiblemente especializado que trabaje duro con su labor, no es ponerse a la cola a que alguien nos diga qué le pareció, desde la privilegiada atalaya con que ahora cuenta en EP dentro de la rigurosa jerarquía de críticos, hasta el punto de ser quien una y otra vez, ya sea en Cannes, ya en Venecia, pueda ser el enviado especial destinado a quejarse de lo que se aburre soberanamente ahora en ellos, y a ejercer de cascarrabias sobre el cine de ayer y de ahora, salvo ¡ay menos mal! “honrosas excepciones”.

Carles Francino en "Todo Boyero"
Y volviendo a ‘Inside Llewyn Davis’ no podré ejercer de crítico pues del cine solo soy un espectador, pero al desafuero de calificar C.B. a esta película de solo con “destellos”, alguna atmósfera ”inquietante”, un personaje por el que no puede tener “interés” (sic) por caerle “antipático” y del que no le importa pues nada, debo contraponer que con medido misticismo y humilde factura, los hermanos Coen retratan sí una atmósfera, no solo sus destellos, pero también un personaje que resulta creíble y como razonablemente real, sin grandes alharacas y efectos especiales musicales, es cierto, pero que entretiene e incluso hace sonreír, como con la anécdota del gato. Que no se “emocione” nuestro crítico estrella, no debiera esta vez sí –y todas las demás veces tampoco- importarnos un bledo: No se trata al acudir a la crítica con que nos topemos casi siempre con el mínimo esfuerzo de “análisis” cual es reunir las palabras adecuadas con que resumir la fibra sensible que le haya afectado en lugar de la más o menos elaborada reseña cinematográfica que en justo derecho es lo que buscamos los que indagamos en la sección experta de cine: Presumiblemente debiera hablar ésta de las películas, no de esa interacción subjetiva con las mismas por muy Gran Líder de la Crítica Independiente ni por más que "sin pelos en la lengua" (me recuerda a los reality shows...) pase a regalar los oídos de la audiencia también en este frente con esa cosa tan “rompedora” como es desfacer gustos y supuestos mitos con solo expresar los suyos propios: Un seguimiento así no sería más que papanatismo. 



 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Cuando el Paraíso se ofrece como desamor y desesperanza: De la Trilogía de Ulrich Seidl



Cartel en cines La Alhóndiga de Bilbao
Las tres virtudes teologales para alcanzar el Paraíso (la Caridad –como Amor-, la Fe y la Esperanza) que algunos conocemos por protagonizar el Catecismo aprendido, parecen expuestas en forma respectiva de película en los sucesivos festivales de Cannes, Venecia y Berlín, formando la Trilogía ‘Paraíso’ (presente al fin en las carteleras españolas) del director austríaco Ulrich Seidl, adoptando quizás por ello la nomenclatura religiosa para sus títulos tan cara a la católica Austria que a su vez tanto deploran el escritor Thomas Bernhard en sus obras (las autobiográficas El origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño; también en El trastorno, El ignorante y el demente…) o que recrea en sus penumbras sociales la premio Nobel de literatura Elfriede Jelinek (La pianista, Las amantes, Los excluidos, Obsesión, Bambilandia), todos ellos de ese país.
Ulrich Seidl

En la primera de las películas, ‘Paraíso: Amor’, una madre de unos cincuenta años que instruye a su hija adolescente sobre cómo comportarse, tanto al cuidado de su piadosa hermana tan celosa de buscar seguridad (la protagonista de la segunda “Paraíso: Fe’), como cuando acuda al campamento donde aprender a controlar su sobrepeso en  Paraíso: Esperanza’, se va de vacaciones a la exótica Kenia en busca de una quimera: obtener a plazo fijo el ser querida con acompañamiento de sexo, conforme a un inconfesable prejuicio de superioridad de civilización y claro está, económica “muy clase media occidental”.

Amor
En el establecimiento hotelero y su playa, los ‘beach boys’ que ofrecen sus abalorios y servicios a estas que denominan ‘sugar mama’, persiguen algo muy distinto que la protagonista Teresa (la actriz Margarete Tielsel) no es capaz o no quiere admitir, en un ejercicio de incomunicación tan patético consigo misma como en las “conversaciones” telefónicas con su hija, resueltas con cáusticos mensajes dejados en los contestadores recíprocos.
Esperanza













 

El espectáculo de “desamor” y frustración del lado de la madre (inefable la ciega trayectoria de malentendido afecto con la supuesta excepción a dicho juego encarnada por el joven nativo Munga -actor Peter Kuzungu- al que castiga pegándole por “mentir” con ello), como por otra parte de “desesperanza“ del lado de la hija en su campamento de niños obesos en medio de idílicas montañas (escenario de la tercera película comentada), completan de manera originalmente coral un mundo en el que la palabra está vetada, expulsada por los mixtificados recursos de “autoayuda” ofrecidos por los viajes o campamentos tanto da.

El énfasis en la estúpidas disciplinas planteadas a la joven Melanie -actriz M. Lenz- junto al grueso muro de incomprensión levantado contra su búsqueda de algo que pueda parecerse a un padre, que aprovecha para sus melifluas perversiones un inopinado “médico”, ofrecen un panorama de malestar que solo a duras penas es capaz de balbucear (a un contestador-grabador de teléfono claro está) una Melanie ya desconsolada.
Fe

Tres películas para ver como quien roza de manera áspera una realidad sorprendentemente cercana -a pesar de su apariencia irrisoria y de ser expuesta con recursos tan minimalistas-, y que dejan muy posado en nuestra cabeza ese amargo e inquietante latigazo de reflexión a menudo muy rehuída cuando se identifica aquella realidad -en un ejercicio de supuesta autodefensa- como algo presuntamente ajeno a nosotros o nuestro entorno. 
[Entrada para su publicación en la revista "Carretel"] 



Filmografía de Ulrich Seidl:
1990 Good News
1992 Mit Verlust ist zu rechnen (Con pérdidas previstas)
1995 Tierische Liebe (Amor salvaje)
1999 Modelos
2001 Hundstage (Días de canícula)
2003 Jesús, ya lo sabes
2012 Paraiso
 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Responsabilidad individual versus colectiva: Hannah Arendt


Cartel de la película Hannah Arendt
«Donde todos son culpables, no lo es nadie [...] Siempre he considerado como la quintaesencia de la confusión moral que en la Alemania de la posguerra aquellos que estaban completamente libres de culpa comentaran entre ellos y aseguraran al mundo cuán culpables se sentían, cuando, en cambio, sólo unos pocos de los criminales estaban dispuestos a mostrar siquiera el menor rastro de arrepentimiento.»
            De H.A. Responsabilidad personal en la dictadura 1964

La película de Margaret Von Trotta sobre H.A. (definida a sí misma como pensadora de la Teoría Política más que filósofa), pone de nuevo en boga ese espinoso asunto de la responsabilidad moral del individuo.
Leemos en Wikipedia que Hannah Arendt consideró que el proceso contra Eichmann que cubrió como  corresponsal en Jerusalén, se habría realizado correctamente y que vio jurídicamente irrelevante la defensa que quiso disculpar su responsabilidad en tanto que “ruedecilla en el enorme engranaje del aparato burocrático”.  «Durante el nacionalsocialismo, todos los niveles de la sociedad oficial estuvieron implicados en los crímenes.», v.gr. las medidas antisemitas que antecedieron a los crímenes en masa y que fueron consentidas en todos y cada uno de los casos «hasta que se llegó a un punto en el que ya no podía pasar nada peor.». Los hechos no fueron realizados por «gánsteres, monstruos o sádicos furibundos, sino por los miembros más respetables de la honorable sociedad.». Por eso señala a los que colaboraron y siguieron órdenes proponiendo preguntarles no «¿por qué obedeciste?», sino «¿por qué colaboraste?».


A esto le puso un nombre con una expresión que traería cola: “La banalidad del mal”. Y trajo cola porque una trivialización de su razonamiento condujo a ser acusada de relativizar la monstruosidad de los criminales concretos y más sobresalientes, en aras de repartir ésta entre muchos más colaboradores, incluidos ¡ay! algunos rabinos, asociaciones o autoridades judías, intentando furibundamente éstas poner sordina sobre cualquier sombra que nublase su comportamiento de ocasional colaboración si no de silencio en que un engranaje perverso tal pudiera abrirse camino sin aparente dificultad en la Alemania de entreguerras.


Esa tensión aún prevalece, siendo incluso H.A. tachada de antijudía por algún que otro poderoso lobby judío (de NY sobre todo) hasta extremos de calumnia o aplicándosele la medicina autoritaria de mal recuerdo cual fue la censura (si no la quema directa) de su producción en el país a que dio origen la exitosa propuesta sionista de creación del estado de Israel con la que ella misma simpatizó.



Burmeslstein durante la entrevista de Jot Down
Una entrevista en la publicación Jot Down al hijo del rabino B. Murmelstein, responsable judío del gueto de Terenzin que antes había estado al frente de la oficina de inmigraciones judías de Viena fundada por Eichmann, así lo corrobora. En ella arremete contra esta mujer mostrada según él “como heroína” por el filme citado, cuando “esa discípula del nazi Heiddeger” puso tierra de por medio “cuando otros arriesgaron quedarse para salvar vidas” aunque ello supusiera la de sacrificar a otras.  Se refería a la experiencia de su padre, objeto de un documental exhibido en el último Festival de Cannes con un hilo argumental que contrarrestaría el aura de traidor con el que por supuesta injusticia se le habría condenado por la historia. 


Portada del  comic Maus de  Spiegelman
Es importante señalar que la coherencia de H.A. es radical en lo que concierne a la responsabilidad individual de los actos y… también de los afectos y opiniones. Al reproche por su discurso presuntamente antijudío por desbaratar ocasionalmente los cómplices silencios sobre hechos que no podía aceptar desde ningún punto moral y que afectaban a la causa o miembros del llamado pueblo judío, estado de Israel incluido, afirmó con valentía que ella «no ama[ba] a pueblos sino a personas», lo que vale decir tiene una actualidad innegable.

Innecesario entrar en los pormenores de la polémica para ponerse al menos del lado de una honesta propuesta de apoyo al ejercicio de pensar, eje de una de sus más famosas exposiciones magistrales en sede universitaria que es recreada por la película. Sus libros “El querer” y “El pensar”, se sumergen en esa sima donde se llega uno a interrogar cuánto tiene que ver «el pensamiento como tal –la costumbre de investigar todo lo que ocurre o llama la atención sin tener en cuenta los resultados y su contenido especial– en crear las condiciones que impiden o que por el contrario predisponen a los seres humanos a hacer el mal».

[de mi contribución aparecida en el Boletín 12 de la ELP para el Foro "El Malestar en la democracia -Efectos políticos y subjetivos" del 28 de septiembre de 2013 en Madrid]
     

miércoles, 3 de julio de 2013

Hablar en público, hacer presentaciones: el imperio del enfoque comercial...



El día 2 de julio tuvimos en mi empresa un curso dirigido a los compañeros de mi área en la organización denominado “Cómo hacer presentaciones y hablar en público” a cargo de  José María Palomares.
Con una efectividad indiscutible, hizo honor al objetivo de calar en nosotros algunas ideas-fuerza sobre cómo precisamente lograr que en nuestras presentaciones con ocasión de reuniones, conferencias, exposiciones corporativas o en trato con los clientes, calase en la audiencia nuestra propia idea-fuerza. Y a que nos preguntásemos (como reza el lema de promoción de su propio libro de Autoayuda destinado a darnos respuesta a estos interrogantes y aprender en una semana)si estamos preparados para hablar en público o tenemos la formación necesaria para realizar una presentación efectiva”.


Y digo irreprochable, pues conforme a un guión muy bien estructurado (1.- Mensaje; 2.- Audiencia; 3.- Técnicas; 4.- Recomendaciones y 5.- Fuentes de inspiración) expuso en menos de dos horas todo un abecé de la buena práctica de hablar en público. Y digo abecé pues algunas ideas precursoras del voluntarismo propias de aquellas publicaciones de autoayuda suelen reiterarse en distintos foros de formación parecidos [como el de “la relevancia pasa por ser diferente" (foto con cuatro cebras de frente y una de espaldas en este caso), que conocí en otro tiempo con “la teoría de las vacas azules”, o que “hacer una presentación es hacer una venta  emocional”, que hace referencia a la importancia de la inteligencia emocional a la que se alude mucho en los últimos años en charlas de este tipo, etc..

Con criterio transparente, J.M Palomares  nos alertó bien al comienzo de que para una presentación se debe aplicar  un enfoque comercial, lo que ya delimitaba honestamente el horizonte de habilidades que pasaba a continuación a describirnos. Y es aquí, o más exactamente  en la periferia de ese lugar prefijado, donde se me plantea la digamos que “crítica de la razón práctica” -al modo de algún filósofo decimonónico-  respecto de los axiomas de la comunicación que ya se han consolidado como moneda corriente del “saber popular” del  S. XXI… Y es que al igual que se dice que todo español es un experto entrenador de fútbol, puede decirse ya que igualmente es un sabio crítico de la efectividad de un anuncio televisivo o de una campaña publicitaria o electoral.











Vale que el objeto de una presentación sea tener claro qué se quiere conseguir de la audiencia, “concentrando tu idea-fuerza en una frase clara y concreta […] dando a la audiencia una razón para escucharte”. Pero es también verdad que enfatizar esa idea desde el principio, recuperándola al final en el resumen, una vez sorteado el espacio temporal en la parte intermedia en la que “se desentiende la audiencia” según una curva muy reproducida en la presentación que aquí se comenta, puede a su vez dibujar un formato de exposición más parecido a enarbolar un  eslogan (el mensaje al que estén subordinadas todas la imágenes de refuerzo, sin datos de demostración palpables) propio de las técnicas de publicidad  que a un verdadero ejercicio de persuasión por la palabra [más adelante citaría al profesor A. Mehrabian, que demuestra que ésta solo representa el 7%, siendo el resto voz -38%- y lenguaje no verbal -55%].

Se podrá argüir que lo que importa a fin de cuentas es introducir el mensaje, y que este sea no solo recordado sino hecho suyo por la audiencia… Pero un riguroso planteamiento de respeto a esa audiencia debiera incluir el de preservar su autonomía intelectual sin que pudiera siquiera sospecharse de intentar manipularla.
La deliberada ligereza promovida para las presentaciones (el ponente lo estructuró en ‘fácil’, ‘concreta’, ‘corta’, ‘sencilla’ y ‘directa’ –método Kiss- , indiscutibles condiciones “para ser escuchado”) habla del propósito originario de introducir una idea o mensaje en razón de lo liviano del esfuerzo con que penetra. En algún momento se llegó a hablar (en el apartado de Técnicas) de la utilidad de las storytelling (una vez más el discurso de líderes carismáticos como Martin Luther King o de triunfadores como san S. Job en Stanford, del que se nos hurtó esta vez la parte que a mí me parece muy interesante referida al sentido de la muerte), anécdotas y experiencias personales* (Barack Obama)  y…, muy inquietante, de la Repetición.

 







En un recién inaugurado programa televisivo en el que Ana Pastor revisa con su “equipo de investigación” la veracidad de las afirmaciones vertidas por personas de la vida pública (miembros del gobierno o responsables de la Administración por ejemplo), llega a demostrar con datos trabajadamente objetivos** que las ideas expresadas por aquéllos no por muchas veces repetidas, llegan a convertirse en verdaderas (clamorosa fue la demostración sobre el número de indultos realizados por cada gobierno, pillando a Gallardón en otra de sus falsedades dichas con cara de no romper un plato en su vida). ¿Quién no ha escuchado mil veces el “no hay más remedio que” (dando por hecho el incontrovertible fatalismo de decisiones  que sin embargo son voluntarias y de índole política e ideológica)?, ¿o esa más culpabilizadora de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”  hasta el punto de perpetrar la mentira de tomar por verdad del Todo la irresponsabilidad de una Parte?: Y esas ideas se expresan conforme al rigor de unas reglas técnicas enumeradas más arriba: basta con reiterar comparecencias con tales ideas-fuerza vía plasma o persona subordinada interpuesta todas las veces que hagan falta.

Dejo a un lado otros aspectos considerados por J.M Palomares que desencadenaban en mí otros interrogantes, como el supuesto de pasión (e incluso alegría) requerido al orador si pretende su objetivo, pues este no siempre sería vender la idea (por usar ya sin complejos este término independientemente de su naturaleza -un producto, un servicio o simplemente una consigna), sino en ocasiones pasar un trámite, cumplir con una obligación periódica, o más genéricamente, dar satisfacción a un encargo independientemente de la idea, intercambiable por cualquier otra en función de las instrucciones.

Habrá que reconocer que si la disposición al acudir a una presentación es efectivamente pasar un buen rato, entendiendo por tal que el esfuerzo intelectual esté descartado como base alguna de placer (charlas literarias, conferencias sobre cualquier tema filosófico, o hasta un seminario sobre Lacan, estarían entonces excluidas, y audiencia sin embargo tienen), se estaría hablando de aceptar una incondicionalidad de suyo con el mensaje en trance de recibir, solo exigiendo del orador el respeto a las reglas del entretenimiento así concebido: Una claridad del mensaje –estableciendo ya una complicidad con el objetivo, incluso sin que podamos asegurar su carácter de plausible-, una buena historia personal por aquí, algún buen vídeo por allá, y una administración de los tiempos que no lo hagan cansino.

Pero entonces habrá que reconocerse también que, si bien recordando el mensaje gracias a la eficacia de su comunicación, podamos abandonar la sala de reunión o conferencia con un regusto amargo: el de sabernos partícipes de un juego, en el que nuestro rol sea el de simple y reiterado receptor de aquellos mensajes de los que hacernos cómplices con tal de que se hayan trasladado con el rigor exigido conforme a las reglas de su transmisión entretenida, quedándonos eso sí,  espacio para la crítica de los detalles perfectibles del procedimiento de comunicación utilizado y dejando en un segundo plano el contenido, al modo con que igualmente criticamos al entrenador de nuestro equipo de fútbol por la estrategia y alineación utilizadas y no al juego mismo de sus jugadores.
 

(*) Para no ser menos el orador mismo aludió en algún momento de su exposición a su experiencia personal para ilustrarnos la ventaja de ensayar con presentaciones “menores” la presentación principal al modo como se corren carreras populares de menor número de Km.  para preparar el maratón anual en el que participa. [Está pendiente una investigación que analice la fascinación que ejercen en las presentaciones los retos concebidos por alpinistas cazadores de ochomiles así como los de atletas y corredores, singularmente de maratón: Al parecer para la autoayuda ya se dispone de ¡cómo no!, otro “Del sillón a la maratón” (en dos años)” de Antonio Ríos .
En otro orden de propuestas, recomiendo sin que tenga nada que ver con lo aquí expuesto,  el libro de Murakami  "De qué hablo cuando hablo de correr" .


(**) A este respecto, en la charla se descartaban por descontado todas las ‘slides’ (las ppt de una presentación) que contuviesen farragosas cifras o extensos datos de apoyo que distrajesen del propósito de protagonismo constante de la idea-fuerza principal. Según esto y otra inquietante reserva sobre la “conveniencia” o no de plantearse la interacción con la audiencia tras analizar a ésta –se proyectó una foto ejemplificadora de público presuntamente hostil en la que todos parecían ‘punkis-, quedarían los aspectos destinados a la demostración de la idea-fuerza reducidos a una suposición poco menos que apriorística, o a lo sumo con una o dos cifras resumen basadas en alguna fuente “compleja de desentrañar (‘que no es ocasión ahora de aburriros con ellas’)”.  ¿Quién no ha asistido a presentaciones con un engañoso y único número en grande en la ‘slide’ indicando un porcentaje o cantidad por el que preguntarse qué protocolo de objetividad se ha seguido para llegar a él?  Mi deformación profesional como ingeniero me revuelve contra estas estrategias de simplificación que bajo la coartada de hacer falso honor a la cita de Einstein  –¡cómo no también traída a colación en este curso!- referida a no saber explicar de forma sencilla lo que no se entiende bien, convierten en difícil de creer lo que sí sería fácil de reforzar con demostraciones sencillas que cada vez más desaparecen de las presentaciones…